Cambó, Galilea, 1924
A Francesc Cambó se lo ha definido como «el empresario cultural y “el mecenas” noucentista por excelencia […]; el primer político catalán, y también español, en tener unos proyectos culturales propios, claramente vinculados a su estrategia política» (Riquer, La imaginació noucentista, 2009).
Estas vertientes fueron siempre inseparables de la obra de Cambó: el compromiso político, la acción cultural; y cada una de sus manifestaciones, grandes o pequeñas, formaron siempre parte de un solo y único proyecto, un solo y constante compromiso con el país, desarrollado a lo largo de toda una vida. Así, Cambó hizo lo que hoy llamamos política cultural de acuerdo con un plan general de transformación del país, aplicando su célebre afán organizativo a esferas muy diversas, y explorando sistemas de gestión cultural modernos y eficientes. Aunque se centró sobre todo en el mecenazgo editorial y pictórico, con unos frutos duraderos y socialmente bien reconocidos hoy en día (véanse los apartados de esta web “Iniciativas editoriales” y “Pintura”), Cambó también se interesó por otros ámbitos de la cultura como la arqueología, la música o el patrimonio religioso, y se preocupó por la asistencia social y la beneficencia. En todos ellos dejó un rastro de compromiso y de apoyo personal y —muy a menudo— económico.
Todo ello representa una actividad intensa y duradera, llevada a cabo desde Cataluña y desde el extranjero, con el fin último de situar la cultura catalana al nivel de las otras culturas de Europa. En este sentido, Cambó trató de construir o mejorar las condiciones del trabajo académico y profesional en el ámbito catalán, a fin de facilitar su integración en el ámbito europeo e internacional. Es muy notable advertir, en la actualidad, que muchos de los proyectos iniciados o arropados por él hace cerca de cien años han tenido un importante papel en la estructuración de la actividad literaria y científica en lengua catalana.
Esta sección pretende dar testimonio de los frutos de esta obra, materializada a través de acciones tan diversas como la creación y la financiación de centros educativos y sanitarios, seminarios, cátedras, ciclos de conferencias, exposiciones, concursos o excavaciones arqueológicas, además del establecimiento de fundaciones, subvenciones, patrocinios, ayudas, becas y mandas testamentarias.
Así, algunas personas e instituciones llevarán para siempre el nombre de Cambó vinculado a su propia historia. Este es el caso de
Sin ánimo de exhaustividad ofrecemos, a continuación, detalles de algunas de estas acciones.
La preocupación que demostró Cambó por la formación de las nuevas generaciones de intelectuales, artistas y profesionales ha llevado a caracterizar de “pedagógico”, entre otros calificativos, el tipo de mecenazgo que llevó a cabo. En palabras de Alexandre Galí, por ejemplo, sin descartar las motivaciones sentimentales de adhesión a la tierra y a su gente, se evidencia en sus obras “la manía del político y por lo tanto del modelador, o educador, si se quiere, de su pueblo” (Galí, Història de les institucions i del moviment cultural a Catalunya. 1900 a 1936, 1986).
Algunos ejemplos son un claro testimonio de ello.
En la Fundació Bernat Metge, instaurada por Cambó en 1922, se establecieron, en 1925, dos cátedras, una de griego y otra de latín. Desde cada una de ellas se impartían dos cursos, uno elemental y otro superior. Desde esta plataforma Carles Riba pudo llevar a cabo la formación filológica de ámbito académico que, por motivos políticos, no podía continuar ejerciendo en la Escola Superior de Bibliotecàries. Aquel mismo año, Cambó también contribuyó a sufragar los estudios de Riba en París, durante dos meses. Además, en esa etapa, y durante tres años, estableció las condiciones materiales necesarias para que Ferran Soldevila pudiera escribir su Història de Catalunya. (Para más información sobre estas y otras personalidades, véase el apartado “Colaboradores de la Fundació”.)
Durante la dictadura de Primo de Rivera, de 1923 a 1930, Cambó fue uno de los mecenas privados que más contribuyó a sostener y promover las actividades del principal centro académico del país, el Institut d’Estudis Catalans.
Josep Alsina i Bofill, presidente de la institución entre 1974 y 1978, en un artículo conmemorativo de la muerte de Cambó que reunía valoraciones de distintas personalidades, “El político, el mecenas y el catalán visto por los hombres de hoy”, dejó constancia del reconocimiento del IEC a su benefactor:
Todos conocen a Cambó como uno de los más eficientes y generosos mecenas de la cultura catalana. Todos saben que la Fundació Bernat Metge, la Fundació Bíblica Catalana, las traducciones de Shakespeare, de la Divina Comedia, y tantas otras, son empresas iniciadas y apoyadas exclusivamente por él. Su ayuda al Institut d’Estudis Catalans es menos conocida, pese a haber sido muy importante. Durante la dictadura de Primo de Rivera, Cambó y Patxot fueron los dos soportes fundamentales del Institut; y, aparte de esta ayuda regular, Cambó se hizo cargo íntegramente de la edición del Repertori de l’Antiga Literatura Catalana, de Massó i Torrents. Por todo ello, Cambó ha de ser considerado como uno de los grandes amigos del Institut. (Alsina 1976)
En marzo de 1931, Cambó contribuyó a dotar el concurso “Montserrat visto por los pintores catalanes”, en concreto, el premio Abat Oliba, con 10.000 pesetas (que ese año ganó Francesc Domingo). Las más de cuatrocientas obras presentadas a concurso se expusieron en Montserrat y en el Palacio de las Artes Decorativas de Barcelona.
Al año siguiente, Cambó ofreció un relanzamiento de los Juegos Florales que finalmente no se llevó a cabo. En una carta dirigida al Consistorio de los Juegos proponía:
Con ocasión del centenario de Oda a la Pàtria de Bonaventura Carles Aribau, y del setenta y cinco aniversario de la restauración de los Juegos Florales de Barcelona, ofrezco el establecimiento de un premio anual de 2.500 pesetas. […] (citado por Galí 1986)
Los Estudios Universitarios Catalanes (EUC) eran una enseñanza de carácter universitario que se inició el 16 de octubre de 1903, a raíz del Primer Congrés Universitari Català, como respuesta a la negativa del rector de la Universidad de Barcelona, Rafael Rodríguez Méndez, a aceptar el catalán como lengua de comunicación. Al no poder contar con ninguna autorización oficial para instalar las aulas en la universidad, las clases se impartían en el Ateneu Barcelonès, en la Escola Industrial y en la Biblioteca de Catalunya. En el año 1941, Cambó sufragó dos de los cursos de la nueva etapa de los Estudios Universitarios Catalanes, lo que permitió su reanudación, clandestina, en 1942. Accedía, así, a una petición que le formuló por carta un joven Josep Palau i Fabre, junto con dos firmantes más, Frederic-Pau Verrié y Santiago Rey, el 29 de diciembre de 1941.
[…] Hemos creído que estos dos elementos —profesores y estudiantes— deberían reunirse nuevamente para llevar a cabo una labor que, hoy más que nunca, nos parece ineludible. Esta labor vendría a ser la continuación de la que tan eficientemente desempeñaban los EUC y que, de un modo muy generoso, habían subvencionado hasta el año 1936 un grupo de patricios. Comoquiera que las actuales circunstancias aconsejan no buscar contribuciones demasiado dispersas, nos dirigimos a usted —a quien el maestro Llongueres tiene la amabilidad de presentarnos— esperando que desee interesarse por la citada labor, y no dudando en absoluto de que haréis todo lo que esté en vuestras manos, como habéis hecho con tantas otras empresas culturales de nuestro país. […] (Archivo del Institut Cambó)
Cambó efectuó dos donaciones bastante cuantiosas a la Mútua Escolar Blanquerna. Esta institución pedagógica, que comprendía la Escola Blanquerna y las academias Monturiol y Elisenda, se fundó en 1924 para poder continuar la obra de la Escola Graduada de la Mancomunitat, suprimida por la Dictadura. La cofundaron el médico Baltasar Pijoan y el pedagogo Alexandre Galí, que fue su asesor pedagógico y primer director. La mutua recibió, desde sus inicios, la protección de Joan Ventosa y del propio Cambó. Se ha considerado a la Escola Blanquerna “la mejor experiencia escolar en el ámbito de la enseñanza primaria de la primera mitad de siglo” (Montserrat,, Estudios culturales. Una introducción, 2007).
Estudió en ella un sector importante de la burguesía barcelonesa, como Albert Vehils, hijo de Rafael Vehils, colaborador de Cambó; Maria Rosa Trias de Bes, hija de Josep Maria Trias de Bes i Giró, catedrático y albacea de Cambó; los hijos de Josep Maria Casabó, diputado y también colaborador de Cambó; Jordi (Marc) Taxonera, célebre monje de Montserrat; los hijos de Manuel Carrasco i Formiguera; Antoni Maria Badia i Margarit; Pere Pi-Sunyer; Frederic y Josep Rahola, Agustí Mercè i Varela, Agustí Bassols; Marià Vila-d’Abadal; Joan Dexeus i Trias de Bes; Alexandre Cirici i Pellicer. (Ribas, Retrat d’una elit catalanista. Deixebles i hereus de Cambó, 2008 y Galí 1986)
Finalmente, tenemos constancia de que Cambó abonaba anualmente una determinada cantidad al Orfeó Català para la publicación de la Revista Musical Catalana (Jardí 1995). Fundada por la Associació Orfeó Català en el año 1904 y dirigida por Lluís Millet i Pagès, buen amigo de Cambó, apareció de forma ininterrumpida hasta 1936 como boletín del Orfeó. En 1984 retomó su actividad en una segunda y renovada etapa. Aparte de ofrecer críticas, crónicas de conciertos y reseñas de las obras musicales del país y del extranjero, además de noticias sobre los actos de los demás orfeones de Cataluña, se centraba, sobre todo, en la musicología; tuvo colaboradores de mucho renombre en el mundo de la música.
En el año 1929, Cambó fundó el Conferentia Club. Carles Soldevila, que fue su secretario, dejó escrito en la primera memoria del club que «la idea de dotar a Barcelona de una entidad de este tipo hacía años que “flotaba en el ambiente”». Soldevila, mencionando la dificultad de encontrar entonces, en Barcelona, una sala de conferencias adecuada a las necesidades del club, explica su génesis:
Todo el mundo reconocía que era aproximadamente una vergüenza que una ciudad de un millón de habitantes careciera por completo de un organismo dedicado a promover conferencias de cultura. […] Fue necesario —es justo reconocerlo— que el Sr. Francesc Cambó convocara a media docena de damas y a media docena de prohombres de profesión diversa para que la idea pasara rápidamente a la realidad. (Soldevila, Conferències de l’any 1929, 1931)
Se trataba de una asociación creada con el objetivo declarado de promover las inquietudes culturales entre las clases altas barcelonesas, con mención expresa a la participación de las mujeres. Las conferencias que organizaba el club se impartían en el hotel Ritz o en el domicilio de su presidenta, Isabel Llorach i Dolsa, que vivía en una mansión en la calle de Muntaner con Travessera de Gràcia. En esta casa también se reunía la Junta directiva de la asociación, formada, en sus inicios, por el vizconde de Güell, vicepresidente; Carles Soldevila, secretario; Pere Bosch i Gimpera, vicesecretario, y Eusebi Bertrand i Serra, tesorero. Los vocales eran la duquesa de Santángelo, la marquesa de Vilanova i la Geltrú, la baronesa de Güell, la baronesa de Olivar, Francesca Bonnemaison, Àngels Bosch d’Esquerdo, Maria de Despujol de Ventosa, Mercè Garí, Pilar Moraleda d’Arnús, Lluís Bosch Labrús, Joan Estelrich, Miquel Ferrà, August Pi Sunyer, Nicolau Rubió i Tudurí y Miquel Vidal i Guardiola.
Las conferencias pronunciadas durante los dos cursos —el de primavera y el de otoño— de 1929 se publicaron en 1931 en un volumen, con prólogo de Joan Estelrich, que también incluía la citada memoria anual de la entidad, redactada por Carles Soldevila. Este documento recoge, entre otros detalles de organización, el número de socios alcanzado en 1930: 475.
En 1936 cesaron sus actividades. Estas se reanudaron, por poco tiempo, en 1947, con Joan Estelrich de secretario. El club contó con conferenciantes de prestigio, como René Benjamin, Pere Bosch i Gimpera, Ernest Bovet, Theodor Däubler, Henri Focillon, Federico García Lorca, Oleguer Junyent, Hermann Keyserling, André Maurois, Antoine Meillet, Alexandre Moret, Ortega y Gasset, Paul Mazon, Paul Pelliot, Jean Piaget, Josep Pla, Josep Maria de Sagarra, Jaume Serra Hunter, Giuseppe Ungaretti, Ferran Valls i Taberner, Paul Valéry, Walter Gropius, Ramón Gómez de la Serna, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Giovanni Stepanow, Pietro Romanelli, Nicolae Iorga, Karl Vossler y Tadeusz Zielinski. Fue escenario, además, de otros eventos culturales, como un concierto de la clavecinista Wanda Landowska.
Cambó se mantuvo toda su vida muy cerca de las voces e instituciones dentro de la Iglesia que tenían mayor relevancia en la vida social y cultural de Cataluña. Esto también se tradujo en actos de apoyo y mecenazgo en distintas formas. Un papel muy especial tuvieron las acciones en favor de las actividades tanto religiosas como culturales y de investigación del monasterio y de la comunidad de Montserrat, a los que hizo varias donaciones, públicas y privadas. En una carta al abad Marcet del 5 de noviembre de 1941, Cambó le expone:
Me parece admirable la idea de construir dos casas para ejercitantes: creo que es una de las mejores cosas que pueden hacerse hoy en día con el fin de detener la corriente de desmoralización que hace estragos en Cataluña, como en el resto del mundo.
Recibirán ustedes de mi parte un donativo para ayudarles a llevar a cabo tan admirable iniciativa. Lo que le ruego es que mi donativo mantenga su carácter anónimo, como es mi costumbre en estos casos. (Archivo del Institut Cambó)
Estas donaciones fueron siempre cálidamente agradecidas por los monjes. En una carta del 19 de julio de 1945, el padre Escarré, entonces abad coadjutor, dirigía a Cambó las siguientes palabras:
Sabiendo en qué estima tiene V. E. a nuestro monasterio y nuestros asuntos, no puedo dejar de manifestarle nuestro agradecimiento, una vez más, por todo lo que ha hecho, siendo una buena prueba de su afecto la ofrenda que vino a entregarnos, en su nombre, su secretario, de un cáliz y de unas vinajeras de gran valor pertenecientes a su oratorio particular. Es todo un simbolismo […]. (Archivo del Institut Cambó)
La ayuda podía llegar a detalles solo aparentemente de poca importancia: Cambó proveyó de papel a la comunidad monástica durante la guerra —en el exilio navarro del abad Marcet— y la inmediata posguerra, para que pudiera proseguir con sus publicaciones.
Otra congregación en la que Cambó tenía colaboradores y amigos personales era la de los capuchinos de Cataluña. Entre ellos destaca, quizás, el padre Rupert Maria de Manresa, respetado intelectual y, durante muchos años, secretario del cardenal Vives. En 1939 Cambó asumió los gastos del hospicio donde pasó los últimos meses de su vida —el Ospedale San Martino, en Génova—, así como de su entierro y de la construcción del altar que se erigió en el pabellón que ocupaba. La celda donde se alojó el fraile capuchino pasó a llevar su nombre.
Como se menciona en el apartado “Pintura” de este mismo web, en 1940, Cambó regaló un retablo a la congregación de los capuchinos de Sarrià, que durante muchos años había sido no solo la sede de la curia provincial, sino también un reconocido centro de irradiación intelectual frecuentado por ilustres novecentistas. Se trata del Cristo bendiciendo entre dos ángeles, atribuido entonces a Fiorenzo di Lorenzo o a la Escuela de Perugino (Guardans Vallès 1997).
Cabe mencionar aquí, además, que, como es bastante conocido, Cambó sufragó casi la mitad del coste de la decoración mural de la catedral de Vic por parte del pintor Josep Maria Sert. Encargada por el obispo Torras i Bages, y confirmada en un contrato de 1907, no fue hasta noviembre de 1923 cuando, con la intervención de Cambó, se facilitó el desempeño del encargo. En octubre de 1927 se pudo inaugurar la obra. Dañada por los incendios de 1936, hubo que restaurarla tras la guerra.
En alguna ocasión, la acción de apoyo o compromiso necesitó ir más allá del ámbito económico. En el año 1924, Besalú, pueblo natal del padre de Francesc Cambó, recibió con una gran fiesta la llegada de una nueva reliquia de la Vera Cruz para su iglesia. Se reponía, así, la que había sido robada en 1899. Fue Cambó quien —quizás gracias a su amistad con el cardenal Francesc Vidal i Barraquer— llevó a cabo todas las gestiones necesarias para que el papa Pío XI accediera a donar otra reliquia procedente de Roma.
En sus disposiciones testamentarias, Cambó evidenció un afecto especial hacia dos iglesias parroquiales, una del Ampurdán y la otra de la Garrotxa. Destinó una manda a la restauración y el mantenimiento de la iglesia de Verges, el pueblo de su madre y donde nació él, y otra a la de Besalú, donde pasó su infancia desde los cuatro años. En esta última ciudad, la manda se utilizó para enriquecer y proteger la reliquia de la Vera Cruz que el propio Cambó había donado en los años veinte (Guardans Cambó, “Los mecenazgos de Cambó”, 2001).
Escribe Alexandre Galí que la acción de mecenazgo de Cambó “parece dirigirse al normal restablecimiento del diálogo de Cataluña con el mundo en el plano de la ciencia y de la cultura” (Galí 1986). Diferentes proyectos y actividades dejan constancia de ello.
Ya en 1911, Cambó participó en la fundación de la Casa de América, orientada a fomentar las relaciones comerciales entre Cataluña y Latinoamérica, y fue uno de sus principales patrocinadores. En los años veinte, Cambó trasladó la sede de la institución, así como su archivo, biblioteca y gabinete cartográfico, al tercer piso del número 28 de la Via Laietana, donde también se encontraba la sede de la CHADE —compañía de la que era vicepresidente—. En 1927 pasó a llamarse Instituto de Economía Americana (IDEA – Casa de América).
Pero, sin duda, el proyecto más ambicioso de Cambó de cara a la difusión exterior de la cultura catalana fue la Fundació Cambó en la Sorbona, el Centre d’Études de l’Art Catalan et de la Civilisation Catalane (CEACC), dependiente del Institut d’Art et Archéologie de la Universidad París-Sorbona (París IV) y precedente del actual Centre d’Études Catalans (CEC) de la citada universidad. El CEACC patrocinó conferencias sobre Cataluña y publicó varios volúmenes sobre arte y arqueología catalanes.
Se fundó en 1928 con el compromiso de Cambó de financiarlo durante seis años, con 129.000 francos anuales, hasta que se acabara estabilizando. Lo dirigió Pierre Lavedan, doctor en historia, catedrático de arte moderno en la Sorbona (1939) y miembro de la Sección Histórico-Arqueológica del IEC (1935), junto con un consejo formado por seis delegados, tres de los cuales —Joan Estelrich, Josep Puig i Cadafalch y Lluís Nicolau d’Olwer— habían sido designados por Cambó.
La cátedra estaba orientada a la enseñanza, la investigación y la documentación. Se impartía un curso por año académico, con seminarios, a cargo del profesor Lavedan, así como una serie anual de conferencias públicas, que se encargaron a distintos especialistas. Destacaba una nutrida biblioteca sobre temas relacionados con Cataluña (creada a partir de la del historiador Joan Tarré i Sans, con volúmenes enviados por la FBM, el IEC, la Junta de Museos de Barcelona, la Generalitat y varias editoriales de la época) y alojaba, además, un archivo documental.
Se organizaron conferencias sobre historia del arte y la pintura en Cataluña, desde el románico hasta el (entonces) arte contemporáneo catalán. Entre los ponentes figuran nombres catalanes tan relevantes como Josep Puig i Cadafalch (encargado de casi todas las conferencias de los cursos 1936-1937 y 1937-1938), Lluís Nicolau d’Olwer, Agustí Duran i Sanpere, Manuel Trens, Joaquim Folch i Torres, Manuel Brunet, Pere Coromines, Josep Maria Millàs i Vallicrosa, Guillem Forteza, Cèsar Martinell, Adolf Florensa, Jordi Rubió, Alfons Maseras y Alexandre Soler i March, entre otros; además de ponentes extranjeros como Riccardo Filangieri di Candida, Wilhelm Neuss, Georges Gaillard, Paul Deschamps, Jurgis Baltrusaitis, Henri Focillon, Georges Hulin de Loo, Jean-Philippe Lauer y M. Schneider, entre otros.
Asimismo, se había proyectado la publicación de una colección, la Bibliothèque d’Art Catalan. Fondation Cambó, que debía editar las tesis doctorales dedicadas al arte catalán que se presentaran en la Sorbona. El primer volumen fue la tesis Les chapiteaux de Sant Cugat del Vallès, del historiador del arte lituano Jurgis Baltrusaitis. Parece que esta colección también debía publicar cada año un volumen con una noticia de las labores llevadas a cabo y las conferencias del curso correspondiente, ya que, como todas giraban alrededor de una misma temática, los volúmenes se habrían convertido en útiles monografías; solo hay constancia de que se publicaran tres. Las publicaciones se truncaron en 1935.
La Guerra Civil interrumpió las actividades y, de hecho, comportó su paralización hasta 1955, cuando la colección dejó de existir. La biblioteca fue trasladada al Centre d’Études Catalans de la Universidad París-Sorbona (París IV). La biblioteca del CEC, también conocida como fondo Cambó, fue un punto de encuentro del exilio catalán en París. Actualmente, esta documentación, formada por más de tres mil obras, está integrada en el CEC y “es el fondo bibliográfico sobre catalanística más antiguo que existe fuera del dominio lingüístico catalán y durante muchos años, también, fue el más importante” (Bernat, “El fons Cambó a París: Història, Descripció i catàleg”, 2009).
El compromiso con la presencia de Cataluña en el exterior llevó, también, a Cambó a prestar su apoyo a la Associació Catalana Pro-Societat de Nacions (ACPS-N), una estructura promovida en 1924 por Joan Estelrich, que trabajó en la entidad con políticos de diferentes afiliaciones. La asociación estuvo vinculada a otras instituciones de naturaleza similar creadas en otros estados (Riquer 2010). El intelectual mallorquín buscaba internacionalizar la cultura catalana y denunciar la situación del país bajo el régimen de Primo de Rivera. En este marco, el apoyo de Cambó fue clave para sufragar, por ejemplo, parte de la elevada cuota que se exigía a las delegaciones que querían participar en los Congresos de Nacionalidades que organizaba la Sociedad de Naciones.
En un contexto diferente, cabe citar el patrocinio de Cambó en la Exposición del Libro Catalán en la Biblioteca Nacional de Madrid, del año 1927, que obtuvo un gran éxito (véase el apartado “Iniciativas editoriales” de esta misma web). Unos años más tarde, y a raíz de los contactos políticos y culturales que había propiciado esta exposición (y con el fin de celebrar la caída de la Dictadura), se organizó en Barcelona, en marzo de 1930, el llamado “Homenaje a los intelectuales castellanos” Cambó asumió gran parte de los gastos de los cerca de cincuenta intelectuales que acudieron al homenaje y los distintos actos que lo conformaron.
Cambó manifestó un gran interés por la investigación arqueológica, que en su tiempo condujo a muchos de los grandes descubrimientos del siglo xx. Estuvo afiliado a varias instituciones que velaban por la preservación y el estudio de yacimientos arqueológicos, como la asociación Amigos de Ampurias, sufragó estudios de expertos e incluso participó en la financiación directa de algunas excavaciones.
Una de estas empresas fue el intento de crear una escuela catalana de arqueología oriental con sede en Atenas. Contó con el asesoramiento científico de Pere Bosch i Gimpera y el trabajo sobre el terreno de Josep Gibert i Buch, alumno de Gimpera al que se ha calificado de “verdadero pionero olvidado de la arqueología oriental en el Estado español” (Vidal 2016). La escuela, finalmente, no se llegó a fundar, pero las excavaciones, financiadas por Cambó con 20.000 marcos anuales, se llevaron a cabo, con algunos resultados de interés, en Naxos, Siquem y otros lugares de Palestina, a finales de la década de los años treinta.
De la actitud del mecenas en los momentos en que la empresa prometía dar frutos da testimonio su correspondencia. A partir de las cartas intercambiadas con Josep Gibert se ha concluido que Cambó “no solo se muestra activo en los proyectos de gran envergadura, y en el propósito de prestigiar nuestro país, sino que también centra toda su atención en la formación del joven arqueólogo, en su situación personal y profesional y en el modo de atender sus necesidades” (Mirambell 1997).
Así, por un lado, Cambó supervisaba y alentaba el trabajo desde dentro: en una carta del 5 de julio de 1931, dedica a Gibert las siguientes palabras:
Quiero felicitarle por sus trabajos en Naxos, de los que Welter [profesor del Instituto Arqueológico Alemán de Atenas y amigo de Cambó] me hace el mayor elogio. (Fondo Gibert)
Por otra parte, como ya hemos visto en otros casos, Cambó también se encargaba decididamente de la imagen y la difusión del proyecto, tal y como demuestra otra carta dirigida a Ferran Soldevila, el 24 de noviembre de 1931:
Espero que en pocos días podré enviarle, para la Revista de Catalunya, una información sensacional, relativa a los importantísimos hallazgos, en Palestina, de una misión arqueológica, exclusivamente catalana, que he organizado últimamente. He exigido que, antes de que se lleve a cabo cualquier publicación en revistas extranjeras, se divulgue la publicación en la Revista de Catalunya. (Fondo Ferran Soldevila, Arxiu Nacional de Catalunya)
Entre las instrucciones filantrópicas del testamento de Cambó, ya mencionadas anteriormente, había cuatro mandas más, de dos millones de pesetas cada una, destinadas a distintas instituciones sanitarias de la ciudad de Barcelona: el hospital de la Santa Creu i Sant Pau, la Casa Provincial de la Caritat, la Casa Provincial de Maternitat i Expòsits y el asilo hospitalario de Sant Joan de Déu.
La destinada al antiguo hospital de la Santa Creu i Sant Pau se utilizó para habilitar el Colegio Mayor de Medicina, que llevó, a partir de 1959, el epíteto “de la Fundació Cambó”. Esta residencia de estudiantes, creada en 1958, se clausuró en 1973. En 1980 se colocó una placa conmemorativa con la inscripción “Biblioteca Cambó” en la puerta de la antigua biblioteca histórica del hospital. Actualmente, tras una remodelación del espacio, es la sala monumental resultado de las obras de restauración la que lleva el nombre del benefactor de este famoso complejo hospitalario modernista (Salmerón, “De Santa Creu a Sant Pau”, 2014).
Las otras tres mandas se destinaron a los servicios sociales de la época que se ocupaban de los niños barceloneses sin recursos.
En cuanto a la manda para la Casa de la Maternitat, sus gestores decidieron no disolver el dinero en el presupuesto anual ordinario de la institución y lo emplearon para construir gran parte del nuevo pabellón del área de infancia, que pasó a llevar el nombre de Francesc Cambó a partir de su inauguración, en 1957.
El día de la inauguración, Helena Cambó descubrió, ante las autoridades y un grupo de niños acogidos por la institución, una lápida conmemorativa con la siguiente inscripción:
Pabellón Francisco Cambó
Con un cuantioso legado del ilustre patricio don Francisco Cambó Batlle fueron emprendidas las obras de este pabellón que lleva su nombre, inaugurado el 4-VI-57.
La Diputación Provincial de Barcelona en memoria de gratitud
El pabellón se había proyectado para alojar a 165 niños de dos a tres años, una franja de edad falta de espacio en las antiguas instalaciones. A estas se sumaban 2.600 metros cuadrados, distribuidos entre los cuatro pisos del edificio, que estaba situado entre los pabellones de Prat de la Riba, construidos cuarenta años atrás. Con una fachada que daba a la Travessera de les Corts, quedaba enmarcada, así, la zona ajardinada interior del complejo. (Guardans Cambó 2001, La Vanguardia 5-6-1957)
Una noticia del diario La Vanguardia del 6 de enero de 1948, “Un importante legado de don Francisco Cambó para la Beneficencia barcelonesa”, se hacía eco de la donación de Cambó a la ciudad de Barcelona en estos términos:
[…] el legado aliviará los graves problemas económicos de varios de los centros benéficos y hospitalarios de más prestigio de Barcelona. […]
El ejemplo del señor Cambó no puede menos de sugerir un aplauso en toda conciencia noble, sean cualesquiera las reservas particulares que se tengan respecto a su obra política. Muy por encima de todo lo que implica divergencias, estos rasgos del hombre eminente que al disponer de su fortuna para la posteridad se acuerda ante todo de la cultura y del acervo espiritual de la Patria, así como de las necesidades de los centros benéficos de la ciudad que fue palenque de sus actividades y objeto de sus vocacionales amores cívicos, merecen ser, en efecto, presentados como un paradigma de altruismo y de positivo servicio a sus conciudadanos en el orden cultural y material. (La Vanguardia 6-1-1948)
Es probable que no quede constancia de muchos gestos de Cambó en favor de la cultura, de causas a las que quería apoyar o, directamente, de la ayuda a intelectuales y artistas. Acciones puntuales que no siempre dejaron un rastro visible o documentado.
Sin embargo, podemos mencionar algunos ejemplos.
Según el escritor Albert Manent, Cambó sufragó, en 1927, un viaje de Carles Riba y Caterina Albert a Grecia que, en palabras del escritor, “marcó la vida y la obra del humanista” (Manent, “El mecenazgo de Cambó”, 1991).
También puede resultar de interés mencionar el fructífero regalo de bodas que Cambó hizo a Josep Maria de Sagarra, en diciembre de 1936: un viaje a la Polinesia francesa y a Tahití, en barco. Durante esta travesía, el poeta escribió sus famosas prosas de viaje recogidas en La ruta blava. Viatge a les mars del sud (1964) y el poemario Entre l’Equador i els tròpics (1946).
Cambó trabó amistad con Manuel de Falla en Argentina, donde ambos vivieron exiliados. A raíz de esta amistad, Cambó facilitó una contribución necesaria al compositor andaluz, desencantado y ya mayor, para que pudiera terminar con tranquilidad su poema sinfónico La Atlántida, inspirado en el poema de Jacint Verdaguer. Junto con el duque de Alba también llevó a cabo distintas gestiones para esclarecer y dar garantías a los derechos de autor de Falla desde el Reino Unido. Asimismo, Cambó le encontró una de las residencias donde vivió en la población de Alta Gracia, el chalé Los Espinillos, y pagó secretamente, sin que el músico se enterara, las reparaciones necesarias para que se pudiera instalar en la finca.
De entre los múltiples testimonios de estas acciones puntuales que, al menos, quedaron en la memoria de las personas que conocieron y trataron a Cambó, también destacamos el que ofreció Joan-Antoni Maragall i Noble, político y marchante de arte colaborador de Cambó, en el artículo conmemorativo de la muerte del mecenas mencionado anteriormente:
[…] recordaremos siempre el perfil de sus trazos humanos: pasión, “seny”, eficacia, dinamismo, rapidez en las decisiones, trato humano y cordial pero exigente y enardecido si las circunstancias lo exigían, orden y mesura en su vibrante actividad… todo ello sumado a una afectividad entrañable para los que fueron sus amigos y colaboradores, afectividad que se convirtió en generosidad cuando en momentos difíciles de la Guerra Civil, todos encontraron en Cambó una mano abierta de ayuda moral y material que alentó el ánimo en las dramáticas circunstancias de aquel trance. (Maragall, “El político, el mecenas y el catalán visto por los hombres de hoy”, 1976)
También se conservan documentos que dan testimonio de las contribuciones de Cambó a las siguientes entidades: al Centre Català de Mendoza (1920); a Juventud Obrera Cristiana (Argentina, 1941); a la Casa de España (Argentina, 1941); a la filantrópica United Jewish Appeal (Nueva York, 1942-1947); al Centro Obrero de Instrucción (Avellaneda, Argentina, años cuarenta); al Comité Argentino Pro-Yugoeslavia (años 1943 y 1944); al Comité de Solidarité Argentin avec les Écrivains Français, fundado en 1944 por la fotógrafa Gisèle Freund y presidido por la escritora y editora Victoria Ocampo, conocida de Cambó (1945); y a la Congregació de Nostra Senyora dels Dolors, a la que donó cinco mil pesetas para la reconstrucción de la capilla de Nostra Senyora dels Dolors, adyacente a la iglesia de Sant Vicenç de Besalú (Besalú, 1946).
Referencias bibliográficas
Alsina 1976: Josep Alsina i Bofill et al., “El político, el mecenas y el catalán visto por los hombres de hoy”, La Vanguardia, 2-9-1976, p. 14. Tiene versión electrónica.
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Bernat 2009: Francesc Bernat i Baltrons, “El fons Cambó a París: història, descripció i catàleg”, en Catalonia, revista dirigida por Denise Boyer, Université Paris-Sorbonne, 2, 2009. Tiene versión electrónica.
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