Carles Riba, puntal de la Fundació Bernat Metge. Cadaqués, 1953. (Foto de Pere Català Roca)
A lo largo de su historia, las distintas empresas culturales emprendidas por Cambó han tenido una nómina de colaboradores extraordinaria. Han figurado en ellas los primeros intelectuales del país y han servido de plataforma a iniciativas culturales pioneras.
A continuación, encontrará un apunte biográfico de los dos colaboradores más relevantes de la Fundació Bernat Metge (FBM), Joan Estelrich y Carles Riba. También presentamos una exhaustiva lista de todas las personas que han participado, en mayor o menor grado, en las múltiples actividades culturales de la Fundació desde 1922, tanto bajo la supervisión del propio Cambó como tras su muerte, en 1947, cuando la familia Guardans Cambó se hizo cargo de la institución.
En todos los casos en que será posible, iremos incorporando al nombre del colaborador un enlace a una página de internet pertinente. Por ejemplo, el enlace asociado al nombre de la mayoría de traductores remitirá a las entradas de la versión en línea del Diccionari de la traducció catalana.
Destacamos especialmente la importancia de estos profesionales por el gran valor de su labor, unánimemente reconocida, sobre todo durante la primera época de la FBM:
Se puede afirmar que las colecciones de la Fundació Bernat Metge constituyeron la forja en la que el catalán gestado en la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans era puesto a prueba con el más efectivo y extremado rigor. Casi podríamos afirmar que si el catalán de los tiempos de la Generalitat […] había ganado en precisión, claridad y tensión en relación con el de la etapa de la Mancomunitat se debía al martilleo al que el alma catalana había sido sometida por Carles Riba, Joan Crexells, Carles Cardó, Marçal Olivar y tantos otros traductores al obligarla a expresar los contenidos de la sabiduría y la literatura clásicas. (Galí, Història de les institucions i del moviment cultural a Catalunya. 1900 a 1936, 1986)
Sin embargo, esta contribución a fijar un catalán literario culto es solo uno de los múltiples resultados tangibles de la particular relación del mecenas con los intelectuales de su época. Cambó “fue uno de los primeros políticos europeos en utilizar a intelectuales para que desplegaran y gestionaran sus ambiciosos proyectos culturales” (Riquer 2010). Puede ver una muestra del grado de ambición y de los resultados de estos proyectos en los apartados “Obras de mecenazgo”, “Iniciativas editoriales”, “Pintura” y “Otras obras de mecenazgo” de esta misma web.
Así pues, ya «desde principios de siglo, Cambó comprendió el destacado papel que debía tener dentro del movimiento catalanista el colectivo que, ya en 1905, Josep Pijoan había llamado “las fuerzas de la cultura” y que debían acompañar a los políticos en la labor de mejorar al pueblo catalán” (Riquer 2010). De acuerdo con este espíritu colaborativo, indisociable de su célebre capacidad de liderazgo, en sus Memorias Cambó habla del acierto a la hora de elegir al primer director de la FBM:
[…] Tan pronto como tuve medios para financiar la empresa, llamé a Joan Estelrich —un joven casi inédito entonces— y le comuniqué mis planes, y él, que tenía por temperamento el entusiasmo fácil, se exaltó desde un principio. Nunca me he arrepentido de la elección, ya que si Estelrich, al confiarle la dirección, no estaba suficientemente preparado para tan difícil cargo, no tardó en ponerse en condiciones de poder llevarlo con total dignidad […]. (Cambó, Memorias, 1987)
La confianza y la admiración que le suscitó Estelrich las hizo extensivas al resto de miembros del equipo fundacional. El 9 de abril de 1923, en el discurso que dirigió a los trabajadores de la FBM, en el hotel Ritz, en la primera cena anual de la Fundació, se congratulaba de haber podido reunir a su alrededor a un equipo de “brillantes colaboradores”:
[…] Debía encontrar, desde el principio, a un equipo de colaboradores entusiastas y doctos: esos son ustedes.
Por ustedes veo ahora segura la realización de mi sueño.
La misión de la Fundació Bernat Metge no debe ser tan solo la de incorporar los clásicos griegos y latinos a la lengua y a la cultura catalanas; también debe servir para crear una generación de humanistas.
[…]
En estos tiempos de perturbación y de anarquía que vive la humanidad, y que tan acentuadamente sufrimos en Cataluña, la difusión de la cultura clásica puede aportar un gran bien: puede conducirnos a un sentido de equilibrio y de medida que no siempre hemos tenido en Cataluña y cuya carencia debemos atribuir, en gran parte, a las tragedias de nuestra historia nacional, de la que sufrimos todavía las consecuencias.
La Fundació Bernat Metge cuenta, hoy, con todos los elementos necesarios para el desempeño de la gran misión que le ha sido encomendada; dispone de los medios materiales para asegurar la continuidad de su acción; tiene al frente a un hombre que es un formidable depósito de energías; cuenta con ustedes, que pueden y desean servir a su altísima misión cultural y patriótica.
Joan Estelrich i Artigues (Felanitx, 1896 – París, 1958)
Estelrich, que llegó a ser “uno de los hombres más influyentes en el mundo cultural catalán, […] se definía a sí mismo como escritor y empresario cultural, y también como agitador político” (Riquer, Actes de les jornades d’estudi sobre Joan Estelrich, 2010).
Comenzó a manifestarse como “formidable depósito de energías” desde muy joven. En Maó, donde estudió, fundó la Gaceta de Menorca en el año 1913. Una vez instalado en Palma, al año siguiente, publicó poemas en La Aurora y colaboró en La Vanguardia Balear. En 1917 fundó La Veu de Mallorca, semanario que era el órgano del Centre Regionalista de Mallorca, en el que militaba.
Aquel año fue el representante de las Islas Baleares en la Primera Diada de la Llengua Catalana en el Palau de la Música, una intervención que le valió un gran éxito y a raíz de la cual Josep Carner lo presentó a Francesc Cambó. Desde entonces, “sus empresas culturales y su activismo cívico y político estuvieron siempre promovidos y condicionados por los proyectos del líder catalanista. De forma progresiva, su actividad cultural y política, además de su dependencia económica, se vinculó de forma muy estrecha a Cambó, de quien nunca quiso desligarse” (Riquer 2010).
“Estelrich ejerció durante muchos años de ayudante, secretario particular, consejero e íntimo colaborador de Cambó, en todo tipo de tareas, tanto culturales como políticas. No era, por descontado, un estudioso eminente, un latinista (y todavía menos un helenista) de gran nivel. Se trataba de un autodidacta genial, con estudios más o menos inacabados en varias universidades; provisto de una enorme inteligencia intuitiva, unas lecturas vastísimas y un don de lenguas y de gentes innegable. También era un organizador nato” (Pòrtulas, La historia de la literatura greco-latina durante la Edad de Plata de la cultura espanyola (1868-1936), 2010).
Trabajó en los servicios de cultura de la Mancomunitat “como acólito de Eugeni d’Ors”. El ideólogo del noucentisme influyó en él de forma decisiva a la hora de proyectar las empresas intelectuales que dirigió. Colaboró en La Veu de Catalunya y se afilió a las juventudes de la Lliga Regionalista. Trabajó en la editorial Gustavo Gili y, en 1919, fue nombrado director de la Editorial Catalana, empresa editorial vinculada a la Lliga, en la que promovió la célebre colección Biblioteca Catalana. El mismo año, Cambó lo puso al frente de la Oficina de Expansión Catalana (1919-1923), nombramiento que lo convirtió en “el hombre más activo de la propaganda de la causa catalana en toda Europa” (Riquer 2010).
En 1921, el controvertido político y financiero Joan March Ordinas lo llamó a Palma para fundar y dirigir El Día. Al cabo de medio año regresó a Barcelona y, como se ha apuntado anteriormente, Cambó lo designó director de la FBM. Estuvo al frente de la Fundació hasta 1936 y de 1942 a 1958, año de su muerte. Además de dirigirla durante su primera etapa estableció los criterios generales de la Col·lecció dels Clàssics Grecs i Llatins basándose en los de la Asociación Guillaume Budé, la Collection des Universités de France. Estos figuran, junto con los objetivos generales de la institución, en el texto fundacional de la FBM, el opúsculo Fundació Bernat Metge. Una col·lecció catalana dels clàssics grecs i llatins, redactado por el propio Estelrich en 1922.
Tradujo el primer volumen de los Discursos de Cicerón (1923), el primer volumen de Quinto Curcio y el segundo (Historia de Alejandro Magno, 1926), en colaboración con Manuel de Montoliu; revisó el primer volumen de las Obras de Ausonio (1924) y supervisó, naturalmente, la publicación periódica de los volúmenes programados. No obstante, su fuerte fue, sobre todo, la promoción y la ampliación de horizontes de la institución.
A modo de ejemplo, en 1926, desde París, intentó establecer un acuerdo internacional sobre las ediciones de los clásicos griegos y latinos. Para ello contactó, entre otros, con la citada Asociación Guillaume Budé, y pronunció una conferencia en la Escuela de Altos Estudios de la universidad de la capital francesa. Participó en numerosos simposios como representante de la FBM, como el Congreso Humanista de Nimes de 1932, junto con Joaquim Balcells, o el Entretien de Budapest de 1936, sobre el rol de las humanidades clásicas en la formación del hombre moderno, del que fue uno de los promotores.
Durante la dictadura de Primo de Rivera representó a la Lliga en los actos y las organizaciones que se ocupaban de la cuestión de las minorías nacionales. Participó de forma muy destacada en la reunión de la Comisión de Minorías Nacionales de la Unión Internacional de Asociaciones pro Sociedad de Naciones, en Sofía, en el año 1927.
En junio de 1930 pasó a dirigir la Unió Catalana, una plataforma de apoyo a los proyectos de Cambó, consagrada principalmente a sus “estudios políticos, económicos y sociales”, donde también trabajaban Ferran Valls i Taberner y Josep M. Tallada.
Durante la Segunda República fue elegido diputado por Girona de la Lliga Catalana (1931-1936) y fue presidente en funciones de la Comisión de Instrucción Pública del Parlamento español (1934-35). Desde 1933, fue miembro del consejo de gobierno de la Lliga Catalana y, a partir de 1934, redactor de la revista La Nostra Terra. En 1935 fue miembro de la delegación española en la Asamblea de la Sociedad de Naciones y, en junio de 1936, formó parte del Comité de Enlace de la Comunidad Cultural Catalano-Balear y firmó la Resposta al Missatge dels Catalans. Aquel año, dado que fue el delegado español en la Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones, el inicio de la Guerra Civil lo sorprendió en Budapest.
A partir de 1937 y hasta 1939 dirigió, de acuerdo con las directrices de Cambó, la Oficina de Propaganda y Prensa de París, desde donde se editaban y se distribuían publicaciones favorables al gobierno de Burgos.
Después de la guerra colaboró, desde Barcelona, en la revista Destino y en el Diario de Barcelona. Pensando en la producción interrumpida de la FBM, obtuvo un permiso especial de la censura para publicar obras en catalán “hasta completar la colección”, lo que le permitió reanudar la labor de publicación de la Fundació en 1942.
A raíz de la muerte de Francesc Cambó, experimentó cierta precariedad económica que lo llevó a compaginar la dirección de las empresas culturales de su anterior mecenas con el trabajo de director literario en la editorial Montaner i Simón. En 1949 se marchó de España. Continuó dedicándose a las actividades editoriales en Tánger, hasta que a partir de 1951 ostentó distintos cargos diplomáticos en la UNESCO, donde fue el delegado de España. Durante esta etapa y hasta su muerte, en 1959, residió en París.
Es autor de las obras Per la valoració internacional de Catalunya (1920), Entre la vida i els llibres (1926), La qüestió de les minories nacionals (1929), La Catalogne et le problème des nationalités (1929), Catalunya endins (1930), Fènix o l’esperit de la Renaixença (1934), La persecución religiosa en España, junto con otros autores (1937), Las profecías se cumplen (1948) y La falsa paz (1949).
Carles Riba i Bracons (Barcelona, 1893-1959)
Este admirado helenista, poeta, traductor y crítico literario es quien mejor ejemplifica el hecho de que, “en la primera etapa de la FBM, hasta 1936, los traductores más prolíficos fueron, también, primeras figuras de las letras catalanas” (Ortín, “La Fundació Bernat Metge”, 2008).
Nacido en Barcelona, Carles Riba estudió la carrera de Filosofía y Letras y la de Derecho en la universidad de esta ciudad. Completó su formación en Múnich, con el profesor Karl Vossler, en los años 1922 y 1923. En 1938 se doctoró con una tesis sobre Nausica de Joan Maragall.
Se dedicó a la poesía, la traducción y las lenguas desde muy joven —dominaba el griego (antiguo y moderno), el sánscrito, el hebreo, el latín, el alemán, el inglés, el francés, el italiano, el portugués y el esperanto—.
La primera traducción que publicó, en 1911, fue de Las bucólicas de Virgilio. Entre 1915 y 1918, tradujo relatos de Edgar A. Poe. Su primera versión de la Odisea, de 1919, fue calificada de “hito en el movimiento literario renaciente de Cataluña” por la crítica. A principios de los años veinte también trasladó al catalán, sobre todo para las colecciones Enciclopèdia Catalana y Biblioteca Literària de la Editorial Catalana, en la época en que Josep Carner era su director literario, las Vidas paralelas: Alejandro y Julio César de Plutarco, la Antígona y la Electra de Sófocles, La expedición de los diez mil de Jenofonte, los cuentos de los hermanos Grimm, El romance de Tristán e Isolda de Bédier, El inspector de Gógol, Pablo y Virginia de Saint-Pierre y las narraciones de Sienkiewicz (algunas, del ruso y del polaco, mediante lenguas interpuestas).
En 1923 entró a trabajar en las oficinas lexicográficas del IEC, donde trabajó con Pompeu Fabra en la elaboración del Diccionari general de la llengua catalana. Para la misma institución tradujo, en 1913, De los capitanes eminentes de las naciones extranjeras, parte del único volumen que se llegó a publicar de la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum cum Ibericis Versionibus, dirigida por Lluís Segalà, el de las Vidas de Cornelio Nepote dedicado a las de Milcíades y Temístocles. Años después formó parte de la Sección Filológica del IEC.
En 1925 se convirtió en uno de los factótums de la FBM. Cambó lo anunció, el 29 de mayo, en el discurso de la tercera cena anual de la Fundació:
Desde ahora el señor Carles Riba, que se ha significado tan bellamente en la tarea de revisión, permanece vinculado a la Fundació Bernat Metge. A partir del año próximo velará por dos cátedras privadas: una elemental y otra superior.
Poco después, en una entrevista, Riba declararía:
Mi vocación de helenista, que hasta ahora había tenido que vivir a la sombra de otras vocaciones menos ilustres, en adelante se convertirá, gracias a Francesc Cambó, en mi vocación central.
Asimismo, Riba cultivó la faceta didáctica de esta vocación con tanta excelencia como las demás. Fue profesor de griego en otras instituciones: la Universidad de Barcelona, entre 1927 y 1939, y la Escola Superior de Bibliotecàries de la Mancomunitat, entre 1916 y 1939. No obstante, parece que “no cabe ninguna duda […] de que fue en la Fundació donde el poeta Riba perfeccionó su figura de profesor universitario” (Medina,“Davant dels setanta-cinc anys de la Fundació Bernat Metge”, 1997).
Con el patrocinio de Cambó pudo cursar una ampliación de estudios de filología y metodología de la enseñanza en la Sorbona, en la Escuela de Altos Estudios y en el Colegio de Francia, durante dos meses, en el año 1925. Esto le permitió confeccionar un plan pionero de enseñanza del griego (en Cataluña la enseñanza de los estudios clásicos no se renovó hasta 1932) que ejerció desde las cátedras de la FBM.
Sus numerosos discípulos lo recordaban con admiración. Eduard Valentí Fiol, otro eminente colaborador de la FBM, afirmaba:
Todos conservamos el recuerdo de nuestro primer contacto con él como un hecho capital y consideramos su trato como una experiencia decisiva, que, de un modo u otro, nos ha impreso carácter. (Valentí, Els clàssics i la literatura catalana moderna, 1973)
Al final de la primera etapa de la FBM, Riba calificó esta labor editorial, formativa y de difusión de los clásicos —la “altísima misión cultural y patriótica” de la que hablaba Cambó catorce años antes— de heroica:
Los estudiosos y hombres de letras reunidos en la FBM se propusieron sistematizar esfuerzos hasta entonces dispersos, dotarlos de continuidad y responsabilidad conjunta, resolverlos en obra de cuerpo y de masa, por así decirlo. De este modo, y solo de este modo, la eficacia educativa podía ser llevada al máximo. En la historia de la FBM ha existido, y sin duda no se ha cerrado todavía, su periodo heroico; el mismo, en definitiva, de toda nuestra cultura: el del tránsito de la improvisación y el autodidactismo al profesionalismo especializado; y esto sobre la tarea y sobre la marcha, llevando a cabo la obra que el propio éxito, en suma, confirma cada vez más como urgente. Cada colaborador ha debido probarse a sí mismo, más difícilmente que a los demás, su vocación y su aptitud; y todos ellos reunidos, han debido preparar la vocación y la aptitud de su público.
De aquí surge el ensanchamiento gradual, orgánico, de la primera idea de la FBM. Dada la atonía de la Universidad de Barcelona antes de su renovación autonómica, y a petición precisamente de asociaciones de estudiantes, se crearon cátedras de lenguas griega y latina: elementales, en las que se formara a lectores; y superiores, en las que los futuros colaboradores debían entrenarse en el establecimiento crítico de los textos y en su interpretación literaria fundamental; pensiones en el extranjero completaban la obra de estos verdaderos seminarios de estudios clásicos. (Riba, “La Fundació Bernat Metge”, 1937)
Las traducciones de Riba son emblemáticas. Tradujo a Jenofonte (los Recuerdos de Sócrates y las Obras socráticas menores, en 1923 y 1924); a Plutarco (sus Vidas paralelas, en 15 volúmenes, de 1926 a 1946); a Ausonio; a Esquilo (sus siete tragedias, que nos han llegado en tres volúmenes, en prosa, de acuerdo con las normas de edición de la Fundació, de 1932 a 1934); a Sófocles (todas sus tragedias en prosa, de 1951 a 1964, aunque también las tradujo en verso, en edición de bibliófilo, a partir de 1951); a Eurípides (todas sus tragedias, en verso, publicadas póstumamente) y a Homero (la Odisea, cuya segunda traducción, publicada en 1948, está considerada “uno de los mayores monumentos del catalán literario del siglo xx”). En el año 1918 había editado el Cantar de los Cantares y el Libro de Rut, traducciones que en 1930 y en 1948 se incorporaron a la Biblia de la Fundació Bíblica Catalana.
En el primer volumen de su Plutarco, publicado en 1926, hizo constar una ya célebre dedicatoria:
Esta primera versión de las Vidas paralelas está dedicada a Francesc Cambó, en esperanza de que, por él, se harán un día realidad las altas aspiraciones que, presidiendo el trabajo del osado traductor, se han convertido, en tiempos de oprobio y de vergüenza, más que en un regocijo, en un deber.
Además de traducir llevó a cabo un erudito y minucioso trabajo de edición, revisó y corrigió traducciones, y fijó los textos de algunas ediciones griegas. A partir de agosto de 1936 dirigió la Fundació como comisario de la Generalitat, aunque siempre de acuerdo con Cambó. En 1937 fue nombrado vicepresidente de la Institució de les Lletres Catalanes y en 1939 tuvo que exiliarse. Regresó a Barcelona en 1943 y se reincorporó a la Fundació en 1946. A partir de 1958 volvió a ser su director, pero solo hasta el año siguiente, cuando falleció.
Aparte de las citadas traducciones, también publicó el libro de poemas Versions de Hölderlin (1944, en edición clandestina) y traducciones de obras de Leonid Andréiev, Tristan Bernard, Robert Browning, Cellini, Georges Courteline, Charles Dickens, Nikolái Gógol, Franz Kafka, Kavafis, Gottfried, Keller, Lafcadio Hearn, Guy de Maupassant, Frédéric Mistral, Rilke, Henryk Sienkiewicz o August Strindberg. Durante el exilio también tradujo al castellano, con seudónimos y sin publicarlas todas, las obras Miguel Ángel de Marcel Brion, Claudia de Geneviève Fauconnier, Dante de Louis Gillet, Hiperión o el eremita en Grecia de Hölderlin y Enrique de Ofterdingen de Novalis.
Su celebrada obra poética se reúne en los siguientes libros, todos reeditados posteriormente: Residu de “La paraula a lloure” (inédito en la época), primer libro de Estances (1919), segundo libro de Estances (1930, Premio Folguera 1933), Tres suites (1937), Elegies de Bierville (1942), Del joc i del foc (1946), Salvatge cor (1952) y Esbós de tres oratoris (1957). En 1911 ganó la Flor Natural en los Juegos Florales de Girona con Ègloga.
En cuanto a la teoría de la traducción y la crítica literaria, sus ideas han creado escuela. Se pueden seguir en las obras Escolis i altres articles (1922), Els marges (1927), Per comprendre (1937, Premio Maragall de la Institució de les Lletres Catalanes) y …Més els poemes (1957), en artículos publicados, antes de los años treinta, en La Revista o La Veu de Catalunya, o bien, sobre todo, en las introducciones o las noticias preliminares de muchas de sus traducciones.
Mediante la Fundació y gracias, sobre todo, a los contactos de Joan Estelrich y Carles Riba, se invitó a profesores y eruditos de renombre internacional a impartir conferencias en Barcelona, como al entonces delegado general de la asociación Guillaume Budé, Jean Malye, Karl Vossler, Antoine Meillet, Paul Mazon, Ernst Robert Curtius, Jean Plattard o Tadeusz Zielinski.
Tras las dos primeras etapas marcadas por la dirección unipersonal de Estelrich y Riba, en la FBM se estableció una dirección corporativa por medio de un consejo directivo. Estuvo compuesto, en primer lugar, desde 1959, por Miquel Dolç, Josep Alsina, Joan Petit y Josep Vergés, con la colaboración de Joan B. Solervicens y Ramon Guardans Vallès como secretario general. Más adelante han sido miembros del Consejo Joan Alberich, Manuel Balasch, Joan Bastardes, Jaume Berenguer, Àlex Broch, Francesc Cabana, Francesc J. Cuartero, Lluís Foix, Xavier Gómez, Pere Lluís Font, Marc Mayer, Jaume Medina, Jordi Pàmias, Jaume Pòrtulas, Pere J. Quetglas, Montserrat Ros y Antoni Seva. Los directores técnicos han sido Montserrat Ros, de 1994 al 2007, y Raül Garrigasait, del 2008 al 2017.
Lista de colaboradores de la Fundació
Referencias bibliográficas
Cambó 1987: Francesc Cambó, Memorias, Madrid: Alianza Editorial. Ed. catalana: Memòries, Barcelona: Alpha, 1981.
Galí 1986: Alexandre Galí, Història de les institucions i del moviment cultural a Catalunya. 1900 a 1936, vol. 18, Barcelona: Fundació Alexandre Galí, 1986.
Gran Enciclopèdia de Mallorca, vol. 5, p. 128-129, L’Enciclopèdia.cat, Barcelona: Grup Enciclopèdia Catalana.
Guardans 2010: Francesc Guardans, “Joan Estelrich i la Fundació Bernat Metge”, en Actes de les jornades d’estudi sobre Joan Estelrich. Palma-Felanitx 17, 18 y 24 de octubre de 2008, Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Consell de Mallorca, 2010, “Textos i Estudis de Cultura Catalana” 161, p. 71-82.
Medina 1997: Jaume Medina, “Davant dels setanta-cinc anys de la Fundació Bernat Metge”, Serra d’Or, 446, febrero de 1997.
Pòrtulas 2010: Jaume Pòrtulas, “Para una historia de la Fundació Bernat Metge entre 1922 y 1936”, en La historia de la literatura greco-latina durante la Edad de Plata de la cultura española (1868-1936). Analecta malacitana. Anexo LXXVIII, 269-294.
Ortín 2008: Marcel Ortín, “La Fundació Bernat Metge”, Visat, 6, 2008.
Riba 1937: Carles Riba, “La Fundació Bernat Metge”, Nova Ibèria, 3/4, s/d (1937).
Riquer 2010: Borja de Riquer, “Joan Estelrich i Francesc Cambó: les complexes relacions entre intel·lectuals i polítics”, en Actes de les jornades d’estudi sobre Joan Estelrich. Palma-Felanitx 17, 18 y 24 de octubre de 2008, Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Consell de Mallorca, 2010, “Textos i Estudis de Cultura Catalana” 161, p. 107-132.
Valentí 1973: Eduard Valentí Fiol, “Carles Riba, humanista” (intervención en el homenaje al poeta del 27 de noviembre de 1953), en Els clàssics i la literatura catalana moderna, Barcelona: Curial, 1973.