Francesc Cambó fue adquiriendo, a lo largo de su vida, un gran gusto por la alta cultura y una intuición y una habilidad extraordinarias para promoverla y difundirla a gran escala.
Helena Cambó, en su artículo “El meu pare”, describe el origen, la evolución y las características de esta vertiente de mecenas:
Este descubrimiento del poder transformador del arte también surgió en otro ámbito. En 1923, cuando apenas hacía un año que se había inaugurado una de sus obras de mecenazgo más famosas, la Fundació Bernat Metge (FBM), Francesc Cambó declaraba en un discurso a sus colaboradores:
Así, la pasión lo llevó, como tantas otras veces en otras esferas de su vida, a la acción. Tal y como él mismo explica en sus Memorias, citadas más arriba por su hija:
Cuando yo era muy joven y estaba en los primeros años del ejercicio de la abogacía, siempre que veía una ganancia profesional superior a lo corriente, la convertía, mentalmente, en un viaje; después, un buen negocio no me daba gran placer hasta que lo transformaba, mentalmente, en una empresa cultural o en la adquisición de una gran obra de arte. (Cambó, Memorias, 1987)
Estas dos facetas, las iniciativas editoriales y la compra de cuadros —eventualmente destinados a las paredes del MNAC y del Museo del Prado— son las que ocuparon mayoritariamente los esfuerzos económicos y logísticos de Cambó en las dos etapas de su vida en las que se dedicó, con mayor intensidad, a la promoción cultural.
Sin embargo, ambas obedecían a un plan general conjunto muy ambicioso. La pasión por la cultura debía someterla a una idea, precisamente para que ese poder transformador que él mismo afirmaba haber vivido en primera persona fuera eficaz en un sentido, también, político y social. Esta idea era la de contribuir, de forma decisiva, a la reconstrucción cultural del país. Y esto, en el contexto histórico en el que se llevó a cabo (las convulsiones políticas de principios del siglo xx y en el marco del noucentisme), significaba crear un nuevo “humanismo” para Cataluña:
Desde el año 1921, es decir, desde que yo tuve fortuna independiente, la idea de crear una cultura humanística en Cataluña surgió en mi espíritu. (Cambó, Memorias, 1987)
En otro punto de sus Memorias explica su planteamiento inicial:
Quizás era una manía mía, pero, desde hacía muchos años yo venía pensando que el espíritu anárquico de los catalanes, que les llevaba a un extremado individualismo y les alejaba de toda acción de conjunto, podía ser debido al hecho de que Cataluña, al llegar el Renacimiento, casi dejó de existir y no recibió la influencia coordinadora y normalizadora que la referida corriente espiritual producía en todas partes. Esta manía, esta ilusión, me hizo creer que el complemento indispensable de la difusión de los clásicos era poner al alcance de todos la contemplación de un conjunto de obras de arte renacentistas. Mi afición me inclinó hacia la pintura y yo me hice un plan de adquisiciones de obras de los primeros maestros de cada una de las escuelas que mayor brillantez tuvieron en el Renacimiento y en el siglo XVIII, en los periodos en que el arte es menos estridente. Por razones que en su día explicaré, de mi plan no he podido realizar más que una parte; ésta, sin embargo, es suficientemente importante para que se pueda juzgar el alcance y la nobleza de mi iniciativa. (Cambó, Memorias, 1987)
Así, pues, fue justamente en dos de los paréntesis forzados en su frenética actividad política, el primero durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y el segundo durante el exilio voluntario a raíz de la guerra civil española, cuando Cambó tuvo la motivación, el dinero y el tiempo necesarios para centrarse en el mecenazgo de una manera sistemática y seria.
En noviembre de 1938, Cambó inició lo que en sus Meditacions denomina “la segunda etapa de mi mecenazgo” y la hace depender de una motivación que no deja de estar emparentada con la ambición de la primera etapa: “ofrecer a Cataluña —tan ingrata y tan apreciada— un nivel cultural más sólido, y más eficaz y duradero […]” (Cambó, Meditacions, 1982). Lo llevó a cabo con el encargo a Josep Maria de Sagarra de proseguir la versión catalana de la Divina Comedia.
En una meditación de julio de 1939 afirma:
La mejor ocupación que podría dar a los últimos años de mi vida —si la situación interna de España no me permite otra— es consagrarla a iniciativas culturales que, a la vez que me ocupen y me preocupen, me permitan ir invirtiendo, en vida, mi fortuna. (Cambó, Meditacions, 1982)
Así pues, junto con varios encargos literarios de peso como el de Sagarra, también diseñó un proyecto más amplio de reanudación de las actividades de la editorial Alpha, el sello que englobaba las publicaciones iniciadas en la primera y en esta segunda etapa.
A pesar de la guerra y las escasas perspectivas que se auguraban en aquel tristísimo final del primer tercio de siglo, Cambó no se dejó vencer por el pesimismo, sino todo lo contrario. Y esta esperanza la hizo extensiva al resto de sus proyectos —que no se limitaban a los editoriales— e, incluso, a los proyectos de otros:
[…] Si los primeros pasos de las nuevas actividades de la editorial Alpha pueden darse sin dificultades ni tropiezos [la edición del IV volumen de los Monumenta Cataloniae, sobre el arte mural románico], habré iniciado para esta durísima etapa de su historia las publicaciones catalanas de alta cultura. Con un paso más, una edición popular de Plutarco y de la Biblia, el libro en catalán volverá a ser disfrutado por la masa, para evitar que un ayuno demasiado largo vuelva a corromper nuestra lengua, llegada, en los últimos años, a un punto álgido de refinamiento y pureza. Y las iniciativas de Alpha seguramente conllevarían otras.
Pienso de nuevo en trasladar al castellano las versiones de la Fundació Bernat Metge, que serviría para restablecer el entendimiento y el contacto entre intelectuales castellanos y catalanes, sin el maléfico virus que los influyó en tiempos de Primo de Rivera y los que le siguieron.
Y junto a esta tarea en España, deseo desarrollar un mecenazgo cultural en Italia, que podría iniciarse con la publicación de las Relazioni de los embajadores venecianos, todavía inédita, y si el gobierno de Italia no pusiera dificultades, podría extenderse a la intensificación, por mi cuenta, de las excavaciones en Herculano y Pompeya. (Cambó, Meditacions, 1982)
El camino, como es bien sabido, no fue fácil, y muchos de estos proyectos quedaron paralizados varios años o definitivamente truncados. Pero la tenacidad de Cambó hizo prosperar muchos otros (de los que puede ver una muestra en los apartados “Iniciativas editoriales”, “Pintura” y “Otras obras de mecenazgo” de esta web).
Cambó fue, por lo tanto, un mecenas completamente implicado en sus empresas. Lejos de ceder los fondos y desentenderse del desarrollo de los proyectos impulsados, aplicaba en ellos de lleno su reconocida capacidad de liderazgo; en palabras de su hija, «fue siempre la antítesis del diletantismo y de la superficialidad» (Cambó 1997). Uno de sus colaboradores más estrechos, Joan Estelrich, describía del siguiente modo este compromiso —que ya hemos visto que mantuvo hasta el final— al dirigirle unas palabras de agradecimiento durante la segunda cena anual de la FBM, el 23 de mayo de 1924:
Permítame, ilustre Cambó, expresar mi gratitud por haber dedicado tantos empeños a obras concretas, por haber fecundado y encarrilado tantos esfuerzos. Nada hubiéramos podido hacer sin su virtud de insuflar en los demás confianza en sí mismos, sin su empirismo organizador, por decirlo en dos palabras, y sobre todo sin su generosidad, que lo empuja, una vez concebida o aceptada una idea, a entregarse a ella por completo. Ya que, a pesar de los pesimismos externos, le sabemos tiránicamente dominado por una fe inconmovible. (Estelrich, Fundació Bernat Metge. Una col·lecció catalana dels clàssics grecs i llatins, 1922)
Políticamente, Cambó puede tener detractores, pero en el ámbito concreto de la política cultural catalana, en cambio, su tarea, emprendida por propia voluntad, con sus recursos personales y sin tener que rendir cuentas a nadie, fue ambiciosa, admirable, sistemática y, lo que es mejor, enormemente eficaz. (Fontbona, El món de Cambó. Permanència i canvi en el seu 125è Aniversari, 2001)
Gran parte de las obras de mecenazgo iniciadas por Francesc Cambó las continuó a partir de 1947, año de su fallecimiento, su familia.
Referencias bibliográficas
Cambó 1982: Francesc Cambó, Meditacions (dietari 1936-1940), Barcelona: Alpha, 1982.
Cambó 1987: Francesc Cambó, Memorias, Madrid: Alianza Editorial. Ed. catalana: Memòries, Barcelona: Alpha, 1981.
Cambó 1997: Helena Cambó, “El meu pare”, dentro del catálogo La col·lecció Cambó del Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona: MNAC, 2000.
Estelrich 1922: Joan Estelrich, Fundació Bernat Metge. Una col·lecció catalana dels clàssics grecs i llatins, Barcelona, Editorial Catalana, 1922. Té versió electrònica.
Fontbona 2001: Francesc Fontbona, “El mecenatge en la dinàmica cultural”, en El món de Cambó. Permanència i canvi en el seu 125è Aniversari, Barcelona: Alpha, 2001, p. 125-139.